jueves, 28 de mayo de 2020

Cascabel reconoce sus errores.

La ardilla Cascabel llegó distraída a clase y sin darse cuenta le dio un codazo al tintero del pupitre del burrito Galileo. Una enorme mancha negra se comió el dibujo que Galileo estaba acabando.

- ¡Hala, se me ha estropeado! - Se lamentó el pobre Galileo.

- ¡Qué pena, era precioso! - añadió la tortuga Roqui. ¡Ha sido culpa de Cascabel que ha entrado aquí a lo loco!

- ¡Oh menudo desastre! - contestó la ardilla - ¡Pero si Galileo no hubiera puesto en la esquina la tinta, no habría pasado nada!

- ¿Cómo? - le reprendió Roqui -. ¡Pídele inmediatamente perdón a Galileo o me enfado contigo!

La ardilla y la tortuga iban a seguir discutiendo cuando apareció la maestra Lechuza por la puerta. Galileo se dio prisa por limpiar la tinta y Cascabel se fue a su sitio.

Roqui se volvió a Galileo y le dijo:

- Cascabel es muy buena, pero nunca admite sus fallos.

Por la tarde, la ardilla iba otra vez atolondrada porque llegaba tarde al laboratorio y no pudo frenar a tiempo, chocando con la mesa de la entrada.

- ¡Clinc, crash, catacrash!

¡El ruido fue espantoso! Se habían roto en pedazos tres tubos de ensayos, una probeta y un frasco de vidrio.

- ¡Madre mía, Cascabel!, ¿estás bien? - Preguntó la maestra Lechuza.

- Sí - dijo la ardilla (aunque en realidad se sentía avergonzada) - Lo siento mucho.

Se había dado cuenta de que tanto en esta ocasión como en la del tintero, la culpa era sólo suya por ir tan alocada. De ahora en adelante, andaría con más cuidado. Entonces, fue a pedir perdón a Galileo y a Roqui, que se pusieron muy contentos.

Cascabel aprendió que: Si reconoces tus errores, es fácil que los mejores.

Adivinanza


Sílabas (Ga, Ge, Gi, Go, Gu)


29/05/2020


martes, 26 de mayo de 2020

El gigante tragón.

Érase una vez una abuelita que vivía con sus tres nietas. Las tres niñas ayudaban en las tareas del hogar por el cariño que sentían a su abuela.

Un día la abuelita les dijo que en cuanto acabaran cada una de ellas su faena de la casa, podían bajar a la bodega a merendar pan con miel. Al poco rato la pequeña de las tres hermanas acabó su labor y marchó a la bodega. Nada más llegar, en la puerta y sin llegar a entrar, escuchó una voz que cantaba:

- Pequeña, pequeñita, no vengas acá, tralará, tralará...

-¿De dónde ha salido esa voz?, se preguntó la pequeña, y decidió entrar. Zas!! En ese mismo momento el gigante Tragón la metió en un saco y lo cerró.

Al cabo de media hora, la hermana mediana acabó su labor y le dijo a su abuelita que marchaba a merendar pan con miel a la bodega.

-Está bien - le dijo la abuelita- y de paso dile a tu hermana que está tardando demasiado en volver a casa.

-Muy bien abuela, se lo diré. En cuanto llegó a la puerta de la bodega, justo antes de entrar, escuchó una voz que cantaba:

-Mediana, medianita, no vengas acá, tralará, tralará...

-¿Quién anda ahí? Preguntó la niña, y aunque no escuchó respuesta, decidió entrar. Zas!! De nuevo el gigante Tragón encerró a la hermana mediana en el saco junto a la pequeña.

Pasado ya mediodía, la abuela se acercó a la hermana mayor y le preguntó

-¿Todavía no has acabado?

-Me falta poco abuelita, ya voy.

-Hazme un favor, déjalo ya, acércate a la bodega a ver que hacen tus hermanas, se está haciendo muy tarde... Y así lo hizo, pero cuando llegó a la puerta de la bodega pudo oír a alguien cantar:

-Mayor, mayorcita, no vengas acá, tralará, tralará... Con toda curiosidad se acercó y Zas!!! Las tres hermanas acabaron en el saco del gigante Tragón.

Con toda la preocupación del mundo la abuelita salió a buscar a sus nietas, y al llegar a la puerta de la bodega escuchó cantar:

-Abuela, abuelita, no vengas acá, tralará, tralará...

-Ay Dios mío, mis niñas, seguro que ese gigante Tragón las ha cogido... -  Pues la abuelita ya conocía al malvado gigante.

Corrió y corrió en busca de ayuda pero no encontró a nadie, y sentada en una roca llorando por sus nietas, se le acercó una avispa a preguntar:

-Ancianita, ¿qué le sucede? ¿Se encuentra usted bien?

-Mis nietas, las ha raptado el gigante Tragón, pobrecitas mías.

-No se preocupe abuelita, ese malvado tendrá su merecido. Enseguida la avispa avisó a todas sus amigas del enjambre, y con voz de ataque gritaron:

-Vamos a por ese gigante malvado, hay que darle su merecido, ¡¡¡adelante compañeras!!!!

En el momento que el gigante Tragón salía de la bodega camino al bosque, todas las avispas empezaron a picotearle sin parar. Éste salió corriendo temeroso de los picotazos y olvidándose allá mismo del saco con las tres pequeñas.

Las niñas pudieron salvarse de las garras del gigante Tragón gracias a unas avispas muy avispadas. Finalmente, la abuelita y sus tres adorables nietas marcharon a casa para merendar un rico pan con miel.

Canción: La letra G


Los números


jueves, 21 de mayo de 2020

Fa-Fe-Fi-Fo-Fu


La paloma y la hormiga.

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un arroyo; arrastrada por la corriente, se encontró a punto de morir ahogada.

Una paloma que se encontraba en una rama cercana observó la emergencia; desprendiendo del árbol una ramita, la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga y la salvó.

La hormiga, muy agradecida, aseguró a su nueva amiga que si tenía ocasión le devolvería el favor, aunque siendo tan pequeña no sabía cómo podría serle útil a la paloma.

Al poco tiempo, un cazador de pájaros se alistó para cazar a la paloma. La hormiga, que se encontraba cerca, al ver la emergencia lo picó en el talón haciéndole soltar su arma.

El instante fue aprovechado por la paloma para levantar el vuelo, y así la hormiga pudo devolver el favor a su amiga.

Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.

22/05/2020


lunes, 18 de mayo de 2020

Juegos para hacer en casa.


Cuento: Pedro y el lobo.

Érase una vez un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo paseando y cuidando de sus ovejas en el campo de un pueblito. Todas las mañanas, muy tempranito, hacía siempre lo mismo. Salía a la pradera con su rebaño, y así pasaba su tiempo.

Muchas veces, mientras veía pastar a sus ovejas, él pensaba en las cosas que podía hacer para divertirse. Como muchas veces se aburría, un día, mientras descansaba debajo de un árbol, tuvo una idea. Decidió que pasaría un buen rato divirtiéndose a costa de la gente del pueblo que vivía por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:

- ¡Socorro, el lobo! ¡Qué viene el lobo!

La gente del pueblo cogió lo que tenía a mano, y se fue a auxiliar al pobre pastorcito que pedía auxilio, pero cuando llegaron allí, descubrieron que todo había sido una broma pesada del pastor, que se deshacía en risas por el suelo. Los aldeanos se enfadaron y decidieron volver a sus casas. Cuando se habían ido, al pastor le hizo tanta gracia la broma que se puso a repetirla. Y cuando vio a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:

- ¡Socorro, el lobo! ¡Que viene el lobo!

La gente, volviendo a oír, empezó a correr a toda prisa, pensando que esta vez sí que se había presentado el lobo feroz, y que realmente el pastor necesitaba de su ayuda. Pero al llegar donde estaba el pastor, se lo encontraron por los suelos, riéndose de ver cómo los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enfadados con la mala actitud del pastor, y se fueron enojados con aquella situación.

A la mañana siguiente, mientras el pastor pastaba con sus ovejas por el mismo lugar, aún se reía cuando recordaba lo que había ocurrido el día anterior, y no se sentía arrepentido de ninguna forma. Pero no se dio cuenta de que, esa misma mañana se le acercaba un lobo. Cuando se dio media vuelta y lo vio, el miedo le invadió el cuerpo. Al ver que el animal se le acercaba más y más, empezó a gritar desesperadamente:

- ¡Socorro, el lobo! ¡Que viene el lobo! ¡Qué se va a devorar todas mis ovejas! ¡Auxilio!

Pero sus gritos han sido en vano. Ya era bastante tarde para convencer a los aldeanos de que lo que decía era verdad. Los aldeanos, habiendo aprendido de las mentiras del pastor, de esta vez hicieron oídos sordos. ¿Y lo qué ocurrió? Pues que el pastor vio como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, mientras él intentaba pedir auxilio, una y otra vez:

- ¡Socorro, el lobo! ¡El lobo!

Pero los aldeanos siguieron sin hacerle caso, mientras el pastor vio como el lobo se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras tantas para la cena, sin poder hacer nada, absolutamente. Y fue así que el pastor reconoció que había sido muy injusto con la gente del pueblo, y aunque ya era tarde, se arrepintió profundamente, y nunca más volvió burlarse ni a mentir a la gente.

Tarea. 19/05/2020


lunes, 11 de mayo de 2020

Los números del 70 al 80.


Cuento: El escarabajo refunfuñón.

Siempre estaba enfadado por algo y todo el mundo de su alrededor lo sabía. Era un escarabajo refunfuñón, antipático y maleducado y, por eso, todos se alejaban de él.

Un día, cosa extraña, se levantó de mejor humor y con ganas de jugar.

— ¿Vienes a jugar conmigo? — le preguntó a un pato.

— ¡Uy, no puedo!, he quedado debajo del puente del río con mi amigo ganso, tengo mucha prisa — contestó el pato metiéndose al agua de un salto.

El escarabajo miró alrededor y vio un topo.

— ¿Te apetece  jugar un rato conmigo? — le preguntó.

— No puedo, me espera mi amigo el ratón, tengo mucha prisa, — dijo el topo enterrándose en la tierra sin volver a asomar.

Después vio a una mariposa volando tranquilamente sobre un jardín.

— ¿Quieres jugar conmigo? 

— Lo siento, he quedado con la libélula y ya llego tarde — contestó la mariposa.

—¿Jugamos un rato? — preguntó molesto a un pequeño sapo viendo que todos evitaban jugar con él.

El sapito apenado por lo que estaba sucediendo accedió a jugar con el escarabajo.

Corretearon por el bosque jugando al escondite entre los troncos y las hojas caídas de los árboles pero, a los pocos minutos...

— ¡Serás tramposo sapo feo y de ojos saltones!

El sapito, que no había hecho ninguna trampa, se alejó muy triste de allí sin entender nada. Todos apenados lo vieron.

El escarabajo estuvo tres horas buscando al sapito por todo el bosque hasta que comprendió que había abandonado el juego.

De camino a su casa escuchó a unos  animales hablar de él:

— Ese escarabajo es tan antipático y tiene tan mal humor que siempre va a estar solo. Él solito se lo ha buscado. ¡Pobre sapito!, se ha ido llorando a la charca.

Esa noche, por primera vez, el escarabajo no pudo dormir pensando en su mal comportamiento. Al día siguiente fue a buscar al sapito a la charca y le pidió perdón. Cuando los demás animales vieron su arrepentimiento salieron de sus escondrijos y le preguntaron si quería jugar con ellos.

El escarabajo se sintió tan bien que, a partir de ese día, se volvió amable, alegre y educado y ahora nunca está solo y tiene tantos amigos que juega a todas horas.

12/05/2020. Tarea


lunes, 4 de mayo de 2020

Razonamiento lógico.


La letra B


El pequeño Gatofú

Blanco, suave y redondito. Así era Gatofú, el gato más adorable del barrio.

- ¡Gatofú! ¡Déjame que te dé un achuchón! – solían decirle.

Y es que Gatofú era irresistible… Salvo cuando empezó a no querer asearse.

Cuando llegaba el momento del baño diario, Gatofú se inventaba las excusas más extravagantes para escaparse y no meter en el agua ni los bigotes.

- ¡Es que hoy tengo un grano en la zarpa!

- Es que espera, que estoy hablando con mi amigo invisible.

- Es que tengo que ir a hacer pipí… y es un pipí larguísimo.

Y así un día tras otro.

De manera que su pelo blanco empezó a ponerse grisáceo y ya no era tan suave porque las pelotillas más traviesas se arremolinaban en los sitios más insospechados.

A Gatofú esto no le molestaba. Al contrario: ¡había puesto nombre a sus pelotillas! Pitita era la de la oreja, Michina era la del rabo, Pataclú era la del lomo… Y así.

A veces se sentía un poco incómodo con todo esto encima y no podía parar de rascarse. Pero nada importante. Él seguía sin querer meterse en el agua bajo ningún concepto.

Un buen día (o malo, según se mire, porque caían chuzos de punta) Gatofú bajó del tejado en el que jugaba por las tardes. Quería cobijarse bajo las marquesinas del barrio porque llovía a mares, y allí en ese mismo lugar estaba su amigo Ezequiel.

- Hola - dijo Gatofú al acomodarse al lado de su amigo.

- Hola - dijo Ezequiel de manera indiferente.

- ¿Te ocurre algo Ezequiel?

El gato Ezequiel, miró fijamente a Gatofú:

- ¡Vaya! ¡Ni te había conocido! ¿Dónde ha quedado tu blanco pelaje? ¿Es que te has teñido de gris?

Gatofú se quedó pensativo. Quizá debería pensar en bañarse, al menos solo una vez, para recuperar su color y su suavidad. Podía probar esa misma noche.

Al llegar la hora, su mamá, como cada día, le había preparado un espumoso baño de color azul. Se quedó muy sorprendida al ver que su Gatofú metía primero una patita, luego la otra y luego ¡el cuerpo entero!

Pero más sorprendido se quedó Gatofú al sentir las gotitas templadas resbalando por su pelo. Cuando cerraba los ojos, podía imaginar que estaba en el mar. El agua traviesa hacía remolinos bajo sus patitas y… ¡era divertidísimo!

Agudizó bien su olfato y el suave olor al jabón azul de su mamá lo envolvió. Se sintió más limpio y suave que nunca. Y ese olor suave y tierno ya lo acompañó para siempre.

Desde entonces, Gatofú era blanco, suave, redondito y siempre olía maravillosamente bien.

Para reflexionar. 05/05/2020


Tarea. 05/05/2020


Tarea. 05/05/2020


domingo, 3 de mayo de 2020

Rimas.


Cuento: Tití y la contaminación ambiental.

Una tarde de verano, Tití, la manatí, salió a dar su acostumbrada vuelta en el océano Atlántico. En su paseo, se encontró con Marianela, la tortuga, quien se veía un poco agitada.

Tití, preocupado, le pregunta:

-Marianela, ¿te encuentras bien? Te ves un poco pálida.

-Me siento un poco sofocada, Tití- respondió Marianela, corta respiración-. Estaba cerca de la playa persiguiendo un curioso animalito y, de repente algo, se entró en mi nariz.
Me duele mucho, Tití, y me cuesta respirar.

Tití, en un intento de ayudar a su compañera, le pregunta:

-¿Dices que estuviste nadando en la costa, donde suelen bañarse los humanos?

-Sí, ahí estuve. Es el lugar donde el agua está más tibia- respondió Marianela.

-Marianela, pareces que no te has dado cuenta de que la costa no es el lugar seguro. Los humanos que van a playa han contaminado de plástico todo el agua; y, sin querer, podemos ingerir cosas que nos pueden hacer daño.

Marianela muy asustada, le pregunta:

-¿De qué contaminación hablas? ¿Qué es eso de las cosas que nos pueden hacer daño?

Entonces, Tití comenzó a explicarle a Marianela lo que estaba pasando con el mar y la contaminación. Le habló sobre la basura, los productos químicos, el humo y el ruido que son elementos que afectan el medio ambiente.

-Sin embargo, Marianela, -dijo Tití- el problema no es la basura, los químicos o el humo. El verdadero problema está cuando esos residuos se encuentran donde no deben; cuando los humanos arrojan basura en los ríos y mares, ponen en peligro la vida de muchos animales.

Por ejemplo- continuó Tití- creo que lo que tienes en tu nariz es un sorbete, como un pequeño tubo que los humanos utilizan para tomar sus bebidas. Déjame que te ayude a sacarlo.

-Con mucho cuidado, Tití- respondió Marianela-, es que me duele mucho.

Así ayudó Tití a Marianela a sacar el sorbete de su nariz. Luego, esta, ya aliviada exclamó:

-Gracias Ttín me siento mucho mejor. Ahora me pregunto:

¿Qué será lo que vamos hacer para que nuestro hábitat sea un lugar mas seguro?

Tití, respondió:

-Lamentablemente Marianela, no es mucho lo que nosotros podemos hacer. Necesitamos que sean los humanos que nos ayuden, evitando comprar productos empacados en plásticos y, sobre todo, no desechando la basura en el mar. Con el tiempo, esto ayudará a disminuir la contaminación ambiental. 

Tarea. 04/05/2020


Tarea. 04/05/2020


Tarea. 04/05/2020