miércoles, 29 de abril de 2020

Los números del 50-60


Cuento: La desobediente tortuguita Ruby.

Era una vez una tortuguita que se llamaba Ruby y que vivía con su mamá y sus dos hermanitas tortugas. Un día, la mamá le dijo a Ruby que cuidara de sus hermanitas porque ella iba al campo en busca de unas hojas frescas para comer.

Ruby le contestó que sí, que ella cuidaría de sus hermanas. Pero a lo lejos, Ruby, la tortuguita, escuchó una música que le gustaba y se colocó una blusa de color rojo, un sombrero, una falda amplia y se puso sus tacones para ir a bailar, porque decía que le gustaba esa música que estaba sonando.

Cuando llegó al lugar de dónde venía la música, se encontró que allí vivía un perro que se llamaba Franklin, el cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no había pasado por algún lugar adonde hubiera comida abundante.



Ella le dijo:

- Tranquilo amigo, yo te voy a ayudar a conseguir comida. Cuando tu dueño se ponga a comer me avisas.

Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la tortuguita Ruby y le mordió el dedo gordo del pie. Del dolor que le produjo la mordedura de la tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se lo llevó corriendo para comérselo lejos porque tenía mucha hambre.

El señor José se puso a llorar; de inmediato su esposa, la señora María le preguntó que por qué daba tantos gritos. Él le mostró la herida que le había hecho la tortuguita y le pidió que llenara una olla grande con agua y la pusiera en el fogón a calentar para meter a la tortuguita dentro del agua caliente y poderla comer.

Después llegó el perro y escuchó que la señora María buscaba afanada a la tortuguita porque el agua ya estaba caliente, pero Franklin, el perro, sabía que matarían a su amiga la tortuguita Ruby por haberlo ayudado a conseguir comida.

Olfateó dónde se encontraba la tortuguita que se encontraba debajo de una cama y le dijo:
- Sssssh..., no te preocupes, que cuando se acuesten yo te abro la puerta para que salgas.

Cuando oscureció la tortuguita Ruby salió y el perro se despidió de ella en la puerta.

La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la vio y la metió en un saco, pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en peligro, corrió muy deprisa y mordió en la nalga al señor.

Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del saco, cuando de pronto vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola, junto con sus hermanitas.

La tortuguita Ruby, arrepentida, le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde la vida por desobedecerla. Y además, no había sido tan responsable dejando a sus hermanitas solitas.

La alimentación.


Tarea. 30/04/2020


jueves, 23 de abril de 2020

El cuerpo humano.


Cuento: La liebre y la tortuga

En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era el animal más veloz del bosque, y que se pasaba el día burlándose de la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
 Liebre, ¿vamos hacer una carrera? Estoy segura de poder ganarte.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta prontamente.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho ha sido el responsable de señalizar los puntos de partida y de llegada. Y así empezó la carrera:
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo y envuelta en una nube de polvo. Cuando empezó a andar, la liebre ya se había perdido de vista. Sin importarle la ventaja que tenía la liebre sobre ella, la tortuga seguía su ritmo, sin parar.
La liebre, mientras tanto, confiando en que la tortuga tardaría mucho en alcanzarla, se detuvo a la mitad del camino ante un frondoso y verde árbol, y se puso a descansar antes de terminar la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga seguía caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
No se sabe cuánto tiempo la liebre se quedó dormida, pero cuando ella se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a tan solo tres pasos de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza y de vanidad, es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie.
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.

Tarea. 24/04/2020


Tarea. 24/04/2020


Tarea. 24/04/2020



miércoles, 22 de abril de 2020

Los Animales.


El elefante Bernardo

Había una vez un elefante llamado Bernardo que nunca pensaba en los demás. Un día, mientras Bernardo jugaba con sus compañeros de la escuela, cogió a una piedra y la lanzó hacia sus compañeros.

La piedra golpeó al burro Cándido en su oreja, de la que salió mucha sangre. Cuando las maestras vieron lo que había pasado, inmediatamente se pusieron a ayudar a Cándido.
Le pusieron un gran curita en su oreja para curarlo. Mientras Cándido lloraba, Bernardo se burlaba, escondiéndose de las maestras.

Al día siguiente, Bernardo jugaba en el campo cuando, de pronto, le dio mucha sed. Caminó hacia el río para beber agua. Al llegar al río vio a unos ciervos que jugaban a la orilla del río.

Sin pensar dos veces, Bernardo tomó mucha agua con su trompa y se las arrojó a los ciervos. Gilberto, el ciervo más chiquitito perdió el equilibrio y acabó cayéndose al río, sin saber nadar.

Afortunadamente, Felipe, un ciervo más grande y que era un buen nadador, se lanzó al río de inmediato y ayudó a salir del río a Gilberto. Felizmente, a Gilberto no le pasó nada, pero tenía muchísimo frío porque el agua estaba fría, y acabó por coger un resfriado. Mientras todo eso ocurría, lo único que hizo el elefante Bernardo fue reírse de ellos.

Una mañana de sábado, mientras Bernardo daba un paseo por el campo y se comía un poco de pasto, pasó muy cerca de una planta que tenía muchas espinas. Sin percibir el peligro, Bernardo acabó hiriéndose en su espalda y patas con las espinas. Intentó quitárselas, pero sus patas no alcanzaban arrancar las espinas, que les provocaba mucho dolor.

Se sentó bajo un árbol y lloró desconsoladamente, mientras el dolor seguía. Cansado de esperar que el dolor se le pasara, Bernardo decidió caminar para pedir ayuda. Mientras caminaba, se encontró a los ciervos a los que les había echado agua. Al verlos, les gritó:
Por favor, ayúdenme a quitarme esas espinas que me duelen mucho.

Y reconociendo a Bernardo, los ciervos le dijeron:
No te vamos a ayudar porque lanzaste a Gilberto al río y él casi se ahogó. Aparte de eso, Gilberto está enfermo de gripe por el frío que cogió. Tienes que aprender a no herirte ni burlarte de los demás.

El pobre Bernardo, entristecido, bajo la cabeza y siguió en el camino en busca de ayuda. Mientras caminaba se encontró algunos de sus compañeros de la escuela. Les pidió ayuda pero ellos tampoco quisieron ayudarle porque estaban enojados por lo que había hecho Bernardo al burro Cándido.

Y una vez más Bernardo bajó la cabeza y siguió el camino para buscar ayuda. Las espinas les provocaban mucho dolor. Mientras todo eso sucedía, había un gran mono que trepaba por los árboles. Venía saltando de un árbol a otro, persiguiendo a Bernardo y viendo todo lo que ocurría. De pronto, el gran y sabio mono que se llamaba Justino, dio un gran salto y se paró enfrente a Bernardo. Y le dijo:

- Ya ves gran elefante, siempre has lastimado a los demás y, como si eso fuera poco, te burlabas de ellos. Por eso, ahora nadie te quiere ayudar. Pero yo, que todo lo he visto, estoy dispuesto a ayudarte si aprendes y cumples dos grandes reglas de la vida.

Y le contestó Bernardo, llorando:
- Sí, haré todo lo que me digas sabio mono, pero por favor, ayúdame a quitar los espinos.
Y le dijo el mono:

- Bien, las reglas son estas: la primera es que no lastimarás a los demás, y la segunda es que ayudarás a los demás y los demás te ayudarán cuando lo necesites.

Dichas las reglas, el mono se puso a quitar las espinas y a curar las heridas a Bernardo. Y a partir de este día, el elefante Bernardo cumplió, a rajatabla, las reglas que había aprendido.

Tarea. 23/04/2020


Tarea. 23/04/2020


Tarea. 23/04/2020



lunes, 20 de abril de 2020

Conceptos espaciales.


Cuento: Lobo, Mirlo y Sapo eran muy buenos amigos.

Cuando se encontraron después del terrible huracán, no sabían qué camino tomar, pero tenían claro que no querían volver a separarse.

—Vamos  a hablarlo  —dijo Lobo, mientras tomaba asiento al lado de un grueso tronco.—Yo preferiría ir a la montaña, porque me gusta el frío y la nieve.



—Yo preferiría ir al río, porque me encanta nadar y bucear entre las hiedras —dijo Sapo.

—Pues yo preferiría ir a un bosque lleno de árboles, porque me gusta cantar escondido entre las hojas y hacer mi nido entre las ramas  —dijo Mirlo.

—Tendremos que ceder en algo si lo que queremos es permanecer juntos —volvió a hablar Lobo. 

Todos callaron unos minutos reflexionando. 

A Lobo no le gustaba el agua, por eso, descartó enseguida el río; pero podría intentar adaptarse a vivir en la arboleda con tal de no perder a sus amigos.

Sapo descartó rápidamente ir a vivir a la montaña; allí vivía la culebra a la que temía tanto, pero podría vivir entre los árboles siempre que fuera junto a sus buenos amigos. 

Mirlo pensó que quizás podría adaptarse a vivir en la montaña, y aunque el agua no le hacía mucha gracia podría hacer un esfuerzo para vivir cerca del río y hacer su nido en un alto arbusto.

Los tres hablaban entre ellos para hallar una solución y no tener que separarse.

—¡Eh, amigos! —escucharon que decían.

—¡Sí! Es a vosotros —les dijo un gran oso pardo— perdonad si me meto donde no me llaman, pero os estoy escuchando… Yo sé de un lugar donde los tres seríais muy felices. Donde yo vivo, paseo por la montaña con mis amigos osos y seguro que a Lobo le gustaría. 
Hay árboles frondosos y altos con fuertes ramas, allí Mirlo podría hacer su nido, y cerca de mi cueva discurre un caudaloso río de aguas transparentes donde apago mi sed, y Sapo podría nadar y jugar cuanto quisiera.

Todos se pusieron muy contentos. Gracias a Oso encontraron un lugar precioso para vivir. Ninguno tuvo que renunciar a su modo de vida, aunque estaban dispuestos a ello por mantenerse unidos y, además, hicieron un nuevo amigo.

Tarea. 21/04/2020


Tarea. 21/04/2020


Tarea. 21/04/2020




martes, 14 de abril de 2020

La letra T.


Cuento de la letra T.

Esta es doña Teresa una señora muy presumida se pasa horas y horas sentada en la peluquería. 

Le encanta tomar el té con leche y pastas finas todas las tardes a las cinco sola o con sus amigas. 

Todos dicen de ella que es muy elegante y coqueta siempre va a sus reuniones con guantes y chaqueta. 

Los sábados al anochecer queda con su amigo Roberto; van a bailar el vals, al teatro o a un concierto.

Su perro se llama Teté. Es obediente y educado, si le saludas mueve su rabo deprisa y de lado a lado. 

Ahorro de la energía.


Tarea. 15/04/2020


Tarea. 15/04/2020


Tarea.15/04/2020



lunes, 13 de abril de 2020

Separar la basura.


Cuento: El planeta basura.

“¡Vaya manía que tiene mi mamá de que no tiremos nada al suelo! ¡Pero si yo veo todos los días a los mayores y a los niños tirar envoltorios de chuches o fundas y no pasa nada! (…) Hay veces que lleva tantas bolsas y papeles en su bolso que, cuando encuentra una papelera, se tira más de un minuto vaciándolo”…se decía para sí David, cuando de pronto:
  • ¡¡¡¡Opp!!!!
  • ¡Huy! ¿Tú quién eres?
  • Me llamo Martín y vengo del planeta Marte. Y tú, ¿cómo te llamas?
  • Yo soy David y menudo susto me has dado.
  • Llevo un ratito oyendo lo que dices con mis súper antenas de marciano y, ¿sabes? tu mamá tiene razón. Desde mi planeta casi no se aprecia el vuestro de la cantidad de porquería que habéis acumulado, le llamamos el “Planeta Basura”, aunque creo que antes se llamaba Tierra. En unos años no podréis ni ir a la playa que te gusta tanto, porque estáis llenándolo todo de suciedad.- dijo Martín al pequeño.
Esa mañana, cuando caminaban hacia el colegio, su madre vio que David se agachaba y cogía un papel del suelo que llevó en la mano hasta encontrar una papelera, donde lo tiró.
  • Muy bien David, ¿por qué has cogido ese papel?
  • Porque no quiero que mi planeta se ahogue. Ahora todos los días cogeré un papel que haya tirado otro y lo propondré en clase como trabajo colectivo y, entre todos los niños, vamos a dejarlo limpio de basura.
Su mamá le miró con una sonrisa y le revolvió el pelo.
  • Es la mejor propuesta que he oído en mucho tiempo, que pena que no se me ocurriese a mí cuando tenía tus años, seguro que habrías conocido un planeta mejor- dijo mamá.
Amigos ¿nos sumamos a la propuesta de David? ¡Vamos a demostrarle a Martín que sabemos cuidar nuestro entorno!

Tarea. 14/04/2020


Tarea. 14/04/2020


Tarea. 14/04/2020


jueves, 2 de abril de 2020

03/04/2020


03/04/2020

La leyenda de las estaciones.

Cuentan que hace mucho tiempo, las cuatro estaciones no tenían nombre, ni meses específicos para hacer su aparición en el mundo. Y es que ninguna de ellas era capaz de ponerse de acuerdo. A una le encantaban los días soleados y llenos de verdor, otra prefería los días no tan calurosos pero con algo de sol y de brisa, a la otra le gustaban los días ventosos para jugar con las hojas que caían de los árboles y ver la lluvia caer, y la última amaba el frío, pues podía crear hermosas nevadas y fractales de hielo.
De modo que el Padre Tiempo las llamó a todas y decidió que cada una tendría tres meses para brindar sus dones a la Tierra.
—Tú primavera, tendrás los meses de marzo a mayo por ser la más tierna e inocente de las cuatro —le dijo el anciano a la primera estación—. Te encargarás de hacer florecer los campos dormidos y hacer salir a los animales de sus madrigueras. Contigo se iniciará un nuevo ciclo en la Naturaleza.
Y fue así como la primavera se quedó muy contenta.
—Tú verano, tendrás los meses de junio a agosto, pues eres la estación más rebelde de todas. Bendecirás a los seres vivos con tus días calurosos y marcarás los períodos de descanso —le indicó el Padre Tiempo a la segunda estación—. Todos se alegrarán al verte llegar y podrán refrescarse en grandes lagos y manantiales.
Y verano sonrió con gran satisfacción.
—Tú otoño, tienes una curiosidad más grande que la de tus hermanas y es por eso que voy a darte los meses de septiembre a noviembre —le dijo el Padre Tiempo a la tercera estación—. Y vas a simbolizar un cambio muy importante para las personas, pues contigo se recogerá el fruto de las vehementes cosechas sembradas al inicio del año. Además, ayudarás a los árboles a cambiar sus hojas y traerás la lluvia que necesita la Tierra.
Y otoño se maravilló por lo útil que iba a resultar a la Madre Naturaleza.
—Tú invierno, eres la más delicada y tímida de las estaciones —habló el Padre Tiempo con la última estación—, no tienes días soleados, ni haces florecer a la Tierra. Pero cuentas con el maravilloso don del frío. Tendrás los meses de diciembre a febrero y cubrirás con hielo y con nieve todos los paisajes. A pesar de ello, la gente se alegrará con tu llegada, pues marcarás el final de un año y la llegada de las fiestas, y de una época de paz y unión.
E invierno se sintió con el corazón lleno de gozo al escucharlo.
Y así fue que las estaciones pudieron convivir las unas con las otras en armonía, asombrando a los seres vivos con todos sus cambios particulares y trayendo, a su manera, felicidad a todos los animales y personas que les rodeaban.
Ahora sabes porque es que nieva al finalizar el año, porque las hojas cambian de color, hay días soleados o las flores se abren.

03/04/2020


03/04/2020


03/04/2020


miércoles, 1 de abril de 2020